Lección de ventas del redactor acreditado

Mira que has oído veces eso de que no hay mal que por bien no venga.

Aunque la mayoría de las veces lo escuchas como un sainete funerario, para el consuelo de quien ha sufrido una desgracia.

Pero que lo único que espera es que se pase el susto, la pena y el disgusto. Por efectos del ácido tiempolórico.

Lo que le ha pasado a este suscriptor del método Dreamlentejas, quizás sería mejor llamarlo que la ocasión la pintan calva.

Que es lo mismo que encenderse la bombilla en el momento clave.

Mi tocayo me cuenta que se dedica a escribir reseñas para festivales, pero que todavía es muy pequeñito, que va como freelance, que gana poco aunque sabe contar las cosas de puta madre y que el otro día la organización de un evento lo puteó de lo lindo.

Primero le confirmaron su acreditación de prensa, después que escribiese a nosedonde para noseque, al llegar al evento le pidieron que esperase un momento, después una hora, luego que nosequien tenía las acreditaciones y que llegaba enseguida, después que hiciera el pino.

Y el bueno de Paco se hartó.

Y les habló claro.

-Vale, no voy a perder más el tiempo. Me marcho sin darle mi modesta cobertura informativa al festival.

No había llegado a la parada del bus cuando el empresario lo estaba llamando, para disculparse y ofreciéndole un pase personal, que inmediatamente aceptó.

Y además le propuso ser él quien se encargase de gestionar las acreditaciones para los medios para alguno de sus siguientes festivales.

También de mover los mismos y la venta de entradas por las redes.

Para que los medios que quisieran estar acreditados tuvieran que arrimar el hombro.

Y si la cosa no sale no me pagas. Nos jorobamos los dos.

¿Hace?

Pues para contratarme es aquí.