Un trío no lleva cuernos

Y las dobles parejas tampoco llevan cuernos.

Pero un trío, aunque sea malo, es superior a las mejores dobles parejas.

Ya te digo. Un trío es una gozada.

Un gustazo.

Un disfrute.

Un deleite.

Una caña.

Con una caña tiene que ser tremendo. Aunque sólo sea contarlo como Dominguín se fue pitando a contar lo suyo con Ava Gardner.

Pero aquello no fue un trío. Ahí había cuernos.

Con esto que te cuento lo único que quiero es darte un empujoncito para que te montes un trío conmigo. Sin que tengas que engañar a nadie.

Porque primero: seguro que ya estás invirtiendo mucha pasta en formación, y no te va a pasar nada porque pruebes mi propuesta.

Porque segundo: nadie se va a enfadar.

Porque tercero: es muy poco lo que podrías perder.

Tan poco como esto:

1.Un libro, 10€. Sueña sin perder de vista tus lentejas. Aquí se compra.

2.Un curso. 30€. Para vender cualquier cosa a cualquier persona. Este es aquí.

3.Una formación presencial. 1.000€. Más los austeros gastos de mi viaje. Es la mejor opción, lógicamente.

Se reserva aquí.

Nos podemos encontrar los tres: tú, una formación tuya y una de las mías.

Sin cuernos.

Sin engaños.

Sin algo que perder.

Con muchas cosas que aprender.

Con más pautas que aplicar.

Con mejores resultados que obtener.

Entiendo que es duro estar ahí, dándole que te pego. Con recetas que no terminan de funcionar, aprendidas por ensayo de acierto y error.

Es que vaya tela.

Seguramente de algún vendedor artista, de esos que hablan mucho pero que nadie ha visto lo que vende.

Además primero: ahora la vida es mucho más sencilla que cuando empezaste.

Además segundo: bueno, nunca es tarde.

Y mucho menos porque de ti depende. Ojalá que dependiera de mi, pero no.

Es de ti.