Te vas a la mierda con una piel de plátano
Un día me habló en privado una seguidora de las tonterías que yo publicaba en Instagram.
- ¿Es verdad que tú eres capaz de convecer a quien quieras de lo que yo quiera?
Ufffff… eso me pasa por andarme con chulerías por las redes.
Y entré a ver el perfil de esta persona. Era una mujer joven, avando en la madurez. Muy guapa. Atractiva. Con un buen trabajo.
Hay cosas que no se pueden falsificar en las publicaciones sociolaborales.
- Claro que sí, eso ni se pregunta.
Respondí con otro mensaje añadiendo un GIF simpático.
Y le pedí que disparase para ponerme manos a la obra.
- Estoy tiesa, así que no puedo pagarte mucho.
Me disparó a bocajarro con ese estilo del sur que tanta gracia me hace. Me ganó en un momento y le dije que primero hay que ver de qué trabajo se trata.
La cosa iba de un mal de amores aderezado con un desfalco. Y posiblemente algo de toxicidad. Del tipo ni contigo ni sin ti.
Y quería una especie de viñeta para difundirla a los cuatro vientos.
Para que el susodicho que la había abandonado después de de arruinarla, dejara de ir y venir a buscarla.
Porque decía odiarlo pero cada vez que el hombre la buscaba la encontraba.
Me pareció terrible. Quede entre nosotros.
No obstante acepté el encargo si ella aceptaba pagarme 20€. Precio que puse por poner algo. Por hacerlo fácil. Por no ser gratis. Nadie debería serlo. Y me puse a pensar en cómo resolver el entuerto.
Paseando hacia casa de mi madre tuve que dar un saltito para no pisar una piel de plátano que había chafada en el suelo.
Listo. Una foto. Unos arreglos y un sencillo texto:
PISA FUERTE Y VETE A LA MIERDA
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