Mi hija estudia 2º de Bachillerato. Entra cada día a las 8 de la mañana. Y vivimos a un cuarto de hora del Instituto. El chollo padre.

Pero se levanta a las 6 para que le de tiempo a arreglarse. Con el cansancio que ello supone.

Porque para ella, arreglarse entre semana significa:

Una ducha.

Secador del pelo.

Body milk.

Crema by de face.

Pantalones.

Camiseta.

Cazadora.

Lo obvio que no se ve.

Con el mal humor que ello supone ya de buena mañana.

-Hija mía, ¿no has pensado en hacer esto de alguna otra manera?

-Arrrggg… ¡no se puede!

-Pero mujer… alguna forma habrá…

-Jarrgggffhhh… ¡no se puede!

Pues tendrás que organizarte mejor. Te guste o no te guste.

Aunque no te parezca posible.

¿O acaso estás conforme? Y te lo digo a ti, sea cual sea tu situación.

¿Quieres seguir así? Pues fin de la conversación.

En caso de que tengas que hacer cambios, vamos a empezar a hablar.

Si me dieran 8 horas para talar ese árbol, dedicaría 7 y media a afilar el hacha, decía Lincoln (o algo inspirado en esto)

Así que puedes empezar de muchas maneras. Una de ellas consiste en hacer el pino en el atardecer en el Mar Caspio. Tú mismo.

Otra comienza por escribir un listado de todo lo que tienes pero que no quieres tener:

1……..

2……..

3……..

4……..

5……..

Y venga a hacer grande la lista.

Luego ves poniéndoles un número. Empezando por la que no puede pasar de ya mismo.

Y sigue.

Dando prioridades.

¿Ya lo tienes? ¿Estás listo para comenzar?

Pues entra aquí

¿Mejor lo dejamos para otra vida? Pues date de baja aquí