Pasar hambre es interesante
Y lo digo literalmente aunque no tan drásticamente.
Se trata de que sientas esas tripas dándote voces. Y la cabeza dándote la paliza:
DAME ALGO DE COMER
Lo que sea, porque después de 8 horas si comer te apetece un buen desayuno.
Pues hoy va a ser que no vas a comer todavía.
Y continua con tus tareas habituales de un día normal. Pero sin comer.
Ya llevas 12 horas y estás que trinas. Pero espera un poco más porque le tienes que ganar el pulso a tu mente. No te preocupes porque tienes la comida esperándote.
Puede que pensar esto sea peor. Quién sabe.
Pero no esperes resultados distintos a los que tienes mientras no cambies algo de lo que siempre haces.
Habrás oído esta frase cienes de veces, en distintas versiones.
EINSTEIN FUE EL PRIMERO
Es de tontos hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes.
Es verdad. Además de porque lo dijo ese fenómeno cerebrito, porque tú mismo lo puedes comprobar.
Prueba con un Sudoku.
O con el cubo de Rubik.
O con un endiablado solitario de esos realmente jodidos.
Vas adelante y hacia atrás buscando una nueva vía. Intentándolo hasta por la más descabellada.
Aquella por lo que nunca hubieras dicho que se podía pasar. Y que sólo lo has intentado después de romperte los cuernos buscando otros y otros caminos que te parecían más lógicos o probables.
Prueba durante un día a pensar estando muerto de hambre por voluntad propia.
¿Te imaginas lo que tiene que ser pasar hambre sin querer?
Y cuando cruces el umbral de las 20 horas sin haber comido más que algún trago de agua, reserva aquí la formación presencial que cambiará tu manera de pensar.
Después date un festín. Pero empieza suave:
Unos frutos secos tostados al natural.
Un zumo de naranja fresquito.
Algo de queso tierno y desde aquí a saco, hasta que te hartes.
¡Te lo has ganado!