Me gusta sacarle dinero al banco

Mira que me gusta cuando pasa eso. De verdad.

Porque no es muy habitual que a esos cabrones se les pueda sacar un euro.

La última vez todo comenzó como la anterior.

-Es que nosotros los banqueros…, decía el gilipollas del director de una sucursal.

-Menos banquero, miarma, que lo que tú eres es un empleado de banca, -le respondí en medio de una carcajada.

Bueno, al lío.

Yo había aceptado como medio de pago unos cheques conformados por ese director, que tenía peor cara que el que le hace la cama a Drácula, para cobrarle a un cliente que no quería pagar.

Cheques al portador, firmados por él, para un cliente de esa misma oficina y para que yo los cobrara por ventanilla cada primero de mes hasta que se acabaran.

Muy bien.

Pues no muy bien, porque cuando fui a cobrar el primero, el cajero me salió con el cuento de que tenía que abrirme una cuenta para poder ingresarlo -en primer lugar- y después disponer del dinero, en segundo lugar.

Cooomoooooorrrrrr????

¿Le puedes decir al director que salga?

El director no está para atender boberías.

Pues muy bien.

Y le escribí una carta al defensor del cliente. Divirtiéndome. Explicándole los puntos de las íes y cortapegándole algunos detalles de la jurisprudencia bancaria.

Cosillas resueltas por el Tribunal Supremo y que el cajero llamó boberías.

No le conté que yo era el mejor copywriter al Oeste del río Bravo, pero lo comprobó y tras un par de manos aceptaron pagarme por ventanillas todos los cheques más un extra por las molestias.

Mediante transferencia.

Sacarle pasta al banco y vender cualquier cosa es lo mismo.

Entonces, igual te interesa hacer un curso por correspondencia para aprender a venderle cualquier cosa a cualquier persona.

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P.D. Y la semana que viene te contaré cómo le saqué dinero a Hacienda. Pluscuamplacentero.