Lección de ventas del cura

Cada vez que mi hija aprueba un examen se da como premio un café en Starbucks. Y completa la merendola con una porción de tarta de zanahoria, aunque esto no viene a cuento.

Le meten 12 o 14 pavos del ala cada vez, y tampoco viene a cuento.

Cuando era pequeña y se aficionó a este sitio íbamos menos veces de las que se merecía el premio, porque no teníamos un Starbucks cerca. Ahora que estudia Medicina también toma menos cafés que exámenes aprobados, porque ya se va aburriendo.

Y se cuenta por las mundanales redes que el éxito de esta compañía tuvo mucho que ver con el hecho de que ponían el nombre de los clientes en los vasos.

Los expertos opinan que las personas se sienten importantes cuando se las menciona explícitamente.

-Gema, aquí sale tu caramel macchiato por 6 euretes.

Pues todo es verdad, todo es cierto y los expertos saben latín.

Pero quien se dio cuenta de esto fue aquel cura al que se le ocurrió que las misas por los difuntos fueran personalizadas. Ese sí que sabía latín. Y eso que todavía no se habían descubierto ni expertos, ni inventados los gurús.

-La misa de hoy será en sufragio por el alma de nuestra hermana Gertrudis Pérez de Prada, que Dios tenga en su alma.

Y desde ese día nadie nunca más pagó una misa anónima.

Y desde ese día quienes nunca pagaron una misa comenzaron a pagarla.

-Resérveme padre la misa del próximo domingo, a nombre de mi padre don Germán Álvarez de Ponsoda.

-Lo anoto y son diez mil.

Una lección de ventas magistral la que nos ofrece el primer cura que se le ocurrió nombrar al primer difunto para que sus familiares sintieran el reconocimiento del público.

Más allá de lo anecdótico, te he preparado un Curso por Correspondencia para vender cualquier cosa a cualquier persona.

Es bueno, te lo recomiendo si quieres aprender a vender, convencer, persuadir, disuadir y ligar. Cuesta algo más que un café y menos que una misa de réquiem.

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