Lección de ventas dada por el obispo
No te creas que tengo mucho trato con el obispo. Más bien lo que tengo con él son bastantes diferencias de pensamiento.
También de aspecto.
Yo tengo un pelazo y él parece calvo.
No soy tan alto como él.
Mi vientre es más plano.
Visto más casual.
Yo no digo mentiras.
No intento engañar a los feligreses, como hace él. Esa es la principal diferencia.
La diferencia que empezó cuando el menda ordenó que en las preces de las misas, rogáramos a Dios para que la propiedad privada dejase de ser un Derecho Fundamental.
Y le escribí.
Para que me aclarase si iba él a comenzar por dar ejemplo (He comprobado que no)
Para que me confirmarse si era una ocurrencia del Papa (He comprobado que sí)
Pero no me respondió. Se escaqueó. Ni caso me hizo, es lógico.
Pero la vida nos juntó ayer, gracias a que mi madre estaba invitada a una audiencia. Y como la mujer está algo lenta de las piernas, pues yo la acompaño a estos sitios tan divertidos.
El obispo me escuchó. Por un oído le entró y por el otro le salió.
Pero durante su disertación me pagó con creces dándome una buena clase de ventas.
Porque su ilustrísima tiene razón en que las personas somos grandes por la perseverancia del espíritu. No por la carne ni por la sangre.
Y tiene razón.
Porque quien quiere puede aunque le falten recursos físicos.
Porque quien la sigue la consigue.
Porque quien dispone de buenas dosis de energía (eso del espíritu hay que explicarlo mejor) es imparable si se aplica un día y otro día.
El mismo que intenta tomarte el pelo es capaz de ofrecerte una estupenda clase de ventas, y lo que hagas con esta información es lo que marca la diferencia entre funcionar o no funcionar.
Dejemos fuera al obispo.
Soy bueno en esto. Igual te viene bien que te ayude un poco.
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