-Oye, ¿y qué tiene esto que ver en eso de aprender a vender para tener dinero?

-Más de lo que crees, einnn?

Realmente tiene muchísimo que ver aunque ahora nos pille con los preparativos de alguna de las comilonas que organismos en casa.

(Que por cierto, ¿te gusta ese lío o te saturas?, me interesa mucho saber estas cosas si me las quieres contar)

Bueno, al lío.

Puse el agua, con sal gorda y granos de pimienta, a hervir en una gran olla y al fondo la verdura bien troceada: Apio, cardo, chirivía, puerro, nabo, cebolla y una hoja de laurel.

Sobre todo eso fui colocando las manitas, troceadas en cuatro cada una, y a esperar los primeros minutos para que vayan soltando su espuma y retirarla con un cucharón, porque interesa conseguir un caldo limpio.

Pero ay, que putada, los granos de pimienta flotan y al ir quitando la espuma te vas llevando también la pimienta.

-Es que la pimienta hay que añadirla después de desespumar el caldo, -me dijo mi madre cuando se lo estaba contando.

Eso ella.

Y yo que siempre estoy pensando en lo único, me dije que era un símil buenísimo con la preparación de una venta.

Todo lo hacemos con sumo cuidado y siempre hay algo que se podía haber hecho mejor.

Por ejemplo, al dar el precio.

No te precipites al dar el precio. Primero pon los mejores ingredientes y después retira la espuma sin tener que quitar nada más en esa operación.

Ya tendrás tiempo de poner los granos de pimienta. Y se quedarán flotando en el caldo estupendo, aportando todo lo suyo.

Tuve un buen profesor de filosofía, fue mi maestro, que decía que un ejemplo sólo era eso. Un ejemplo.

Y que si no resultaba válido podía quitarse, ya que lo importante era el concepto.

“Aprende a vender y tendrás dinero”

Para contratarme es aquí mismo.

Y también te deseo una Feliz Navidad (qué horror)