Mira que es fácil tomarle el pelo a la gente con este rollo. Y no digo yo que la fuerza de las palabras tenga que usarse para eso.

Pero la realidad es que las palabras tienen una fuerza brutal y sirven para convencer a la gente. Hasta de lo más inverosímil.

Y no soy yo el que dice que eso esté bien. Sólo digo que es algo que pasa.

ES ALGO COTIDIANO

Como cotidiano es que me escriba alguno de mis antiguos compañeros de la Universidad.

Como ayer me escribió David. Descojonado vivo. Tan alto y flaco como es, con esa napia a lo Franco Battiato. El conserje David: muertecico de risa.

-Tío, he encontrado la manera de que los docentes no se quejen del calor que hace en las aulas.

(En la Universidad hay una Oficina Técnica, en la que un burócrata decide cuando se pone el aire acondicionado y cuando no)

Y toma esa decisión desde un cómodo sillón. En un despacho fresquito. Desde ahí dice que sin aire. Por la emergencia climática. Para salvar el Planeta.

SUS MUERTOS QUÉ PECHÁ A REIR

-Total, Paco, que cuando el profesor de turno empieza con la monserga del calor que hace, que por qué no pones el aire y patatín patatán, yo le digo que tiene razón, que vaya coñazo es la emergencia climática…

Y de ahí no pasa el bueno de David.

-Ahhh… si es por la emergencia climática entonces es mejor que no lo pongas.

Y todo el mundo a pasar el caloreeeeet, que sarna con gusto no pica.

Para que veas lo que pueden conseguir las palabras adecuadas en el momento adecuado.

Para que lo sepas, te he preparado un Curso por correspondencia para convencer sobre cualquier cosa a cualquier persona.

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